jueves, 23 de agosto de 2007

Los primeros pasos para introducir salmónidos en Chile están ligados a particulares cuyos apellidos sugieren más relación con la actividad vitivinícola del país, que con una incipiente acuicultura que intentaba a fines del siglo pasado, introducir este tipo de especies. Tomas Urmeneta, Isidoro Goyenechea de Cousiño, por allá por 1875 y 1885, respectivamente fueron los pioneros. Siguieron sus pasos, Julio Besnard, MacClaude y Bavari, en fechas no determinadas con exactitud. Ninguno de ellos logro su cometido. Los fracasos de estas primeras iniciativas son plenamente comprensibles. Las vías de transporte, en este caso las marítimas, eran lentas y a través de ellas se traían las ovas destinadas a la introducción de salmónidos en el territorio chileno en tinajas de madera especialmente construidas para estos efectos. Por eso solo en 1905, se produce el primer éxito reportado de la llegada de una pequeña porción de ovas sobrevivientes de un viaje desde Hamburgo.

Pedro Golusda y Rudolf Wilde habían adquirido 400.000 huevos de salmo salar, salmo trutta y salmo gairdnerii. Y llegaron gracias a que habían sido desembarcadas en Buenos Aires, Argentina, desde donde fueron trasladadas a lomo de mula hasta la piscicultura de río blanco en la provincia de los Andes (V región), que se había construido un año antes. Desde 1905 a 1910 se hicieron continuas importaciones de ovas y se pudieron realizar las primeras siembras de alevines en el río Aconcagua en la zona central y en la zona sur los ríos Tolten y Maule, Cautin, Rahue, Maullin, Petrohue. Cuatro años mas tarde se capturaron truchas adultas en el río Cautin, hecho que acelero la construcción de una segunda piscicultura en Lautaro, en 1914.